Tuesday, February 21, 2023

UNA PASIÓN DEL DEMONIO

 

UNA PASIÓN DEL DEMONIO

Presentación de la novela Los demonios de la pasión, de Julio Martí Lambert. XXIV Feria Internacional del Libro, La Habana, 2015. San Carlos de La Cabaña, 14 de febrero de 2015.

“El amor delirante de aquel hombre por su mujer, es el asunto de esta novela”, confiesa Julio Martí Lambert en la introducción al manuscrito de Demonios de la pasión (Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2014), que hace muchos meses puso en manos de un amigo. Esta verdad esencial, objeto literario por excelencia en todos los tiempos históricos de la narrativa, es expuesta en esta obra a partir de una fina exploración de sentimientos que pasará, airosamente, el examen de este postnovísimo siglo XXI.

Si esta audacia no fuera suficiente, debería entonces agregar que la novela que suma ahora a su ficha de autor este experimentado reportero, parte de hechos reales que dieron origen a uno de los mitos urbanos más singulares de La Habana. En los tensos años finales del siglo XIX, cuando se decidía el más importante momento para la consolidación del ideal nacional de los cubanos, la hija adoptiva de un marqués y general español, Amelia, llevó amores con un cubano nombrado Vicente, que durante el tránsito de su relación sería ordenado capitán del Ejército Libertador.

Sin duda estos elementos alcanzarían a sostener el argumento de un texto de ficción en cualquiera de los géneros probables, pero los años de trabajo bajo las pautas estrictas de la redacción periodística dejaron en este escritor un sedimento demasiado abundante de imaginación desbordada. La boda de los enamorados, finalizada la guerra, habría garantizado un final feliz, pero la desventura de una enfermedad gestacional detuvo la vida de la muchacha en mayo de 1901, tras lo cual su tumba se convirtió en sitio de culto para un infinito número de devotos. En el cementerio de Colón, ahora mismo, está el sitio de descanso eterno de “La Milagrosa”, un monumento a la esperanza para muchas personas.

Rosario y Fabricio, los amantes casi adolescentes en la ficción tramada por Julio Martí, van a enfrentar los conflictos universales relativos a los amores entre estamentos sociales diferentes, pero la fantasía que es atributo del novelista es auxiliada en cada cuartilla por la mano del investigador atinado que hay en él. El resultado que ahora llega a los lectores, nos permite afirmar que esta novela se afinca sin solemnidades en la cronología histórica de un período complejo, dando testimonio, en términos de cotidianidad civil, del pulsar de las transformaciones que llevan la antigua colonia a la nueva república, con su correspondiente complemento de intromisión norteamericana. Todo ello, entretanto, en términos estrictos de ficción literaria.

Lo sorprendente en Demonios de la pasión es que los amores entre Rosario y Fabricio no serán, con toda su riqueza imaginativa y su sustento real, el principal hilo conductor  de esta novela. Martí Lambert se permite el lujo de llevar este conflicto hasta su clímax pasada la mitad del extenso texto, pero la línea dramatúrgica, a lo largo de sus 22 capítulos, será el desafío a muerte pactado dos décadas después de la muerte de Rosario, a insistencia  del enamorado viudo, con un comerciante vasco, ingenuo, laborioso e infortunado, que acudía a buscar suerte y consuelo junto al mármol de la lápida de La Milagrosa. 

Si la riqueza estructural de la obra es apreciable, con dos líneas de acción y varias sub-tramas airosamente solucionadas por el escritor mediante hábiles cortes y retrospectivas, no cede a ello su capacidad para crear personajes a escala diría que casi demográfica, e involucrar en las páginas de la novela a cuanta personalidad histórica notable hubo en el período, sin violentar con ello las expectativas de auténtico goce de una lectura artística. Habrá crítico futuro que halle en los personajes femeninos de Demonios de la pasión, un tributo a la defensa de la mujer según tendencias vigentes, pero las heroínas de Julio Martí no necesitan que nadie las defienda.

Ternura y criterio propio definen a Rosario Francisca Ramona de Sales Adelaida González Apesteguía, titular sin discusión de este elenco de inolvidables. Una chiquilla de quince años ― con el garcíamarqueano nombre de Isabel de los Santos Remedios ― será la mejor consejera de su hermano mayor, amigo del protagonista y padrino en su duelo. Fátima Encarnación, prima pobre a cargo de la crianza de Rosario, es símbolo de devoción a cuya virtud se adiciona un componente mágico que, no hay que dudarlo, sería muy explotado en una versión cinematográfica.

De los hombres, el autor explota a fondo las posibilidades de un general español como Estanislao Raimundo González y Palacios, marqués de Ventura, cuyo nacimiento en tierra americana pudiera haber determinado su objetividad, pese a su elevada posición militar. El oponente en el duelo, que junto al lector afrontará sin pausa, hasta las páginas finales de la novela, la amenaza de ver acabada su historia, es un logro, a medias entre la caricatura y el análisis de un componente social significativo del período. Al reportero Aurelio Pedro, su padrino en el lance a pistola frente al vasco, estamos seguros de que debió el autor limitarle las anécdotas, para no exceder los requerimientos de la obra con las potencialidades del personaje.

Novela de amor y de épica más sugerida que exagerada, de sutil humor y de tragedia esencial humana, Demonios de la pasión alcanzan hasta hoy con su fidelidad a lo esencial que somos. Si estas deshilvanadas palabras les hacen creer que les he dicho demasiado de esta novela de Julio Martí Lambert, esperen a abrir la primera página y serán envueltos por todo lo que he sabido callar, para no retornar a este siglo de teclados y pantallas táctiles, sino una vez que hayan podido dar vuelta a la contraportada. Buen provecho.

© Ismael León Almeida (2015)

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