Tuesday, February 21, 2023

NODA EN LA PRENSA

 

NODA EN LA PRENSA

Las colaboraciones periodísticas de un sabio guajiro pinareño

 

A la profesora Fátima Alonso Rodríguez

 

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C

asi dos siglos después de haber aparecido su nombre sobre esta tierra, y a pesar de las muy relevantes, aunque escasas valoraciones de su obra que han trascendido la existencia vital de D. Tranquilino Sandalio de Noda y Martínez, este sorprendente autodidacta sigue siendo un desconocido para los cubanos, tal vez por el simple hecho de que su biografía no estuvo vinculada a ninguno de los hitos históricos que marcan, en país de guerreros y próceres, la escala del interés social.

Voces se alzarán en contra de esta afirmación, pero el hecho de que algunas distinguidas instituciones lleven hoy el nombre de este humilde intelectual del siglo XIX cubano, no significa que hayamos hecho lo necesario para conocerle y rescatar para el acervo común cuanto de útil hay en su legado. Algo faltará siempre a nuestra laboriosa historiografía mientras no se indague, hasta donde las fuentes lo hagan posible, quién es ese hombre al cual José Martí se refiriera con tanta convicción en varias ocasiones, y siempre como paradigma de algunos de los más elevados valores de la cubanidad.

Cuando, desde las páginas de Patria, Martí se opone en 1892 a la prohibición del ministerio de Ultramar de España a que el doctorado fuera tomado en la universidad cubana, expresa con certera ironía: "Aunque la tierra que da Nodas, puede pasar sin doctores!" (Obras completas, Tomo 1, pp. 339-340). Dice más el Heroe Nacional cubano: afirma que el sabio pinareño, "un titulado de la naturaleza", habría sido el hijo más ilustre de la Sociedad Económica de Amigos del País, la que califica de la más alta y meritoria de las sociedades de Cuba, en cuyo seno sólo antepone a Noda al inefable Don José de la Luz y Caballero, "padre amoroso del alma cubana" (Ibidem, Tomo 4, p. 418).

Nació Noda el 3 de septiembre de 1808 en el cafetal Waterloo, en un sitio que las sucesivas divisiones político-administrativas acabaron por afiliar al territorio habanero. Algunas fuentes biográficas destacan su proximidad a San Marcos, zona cafetalera de encantos lúdicos para los potentados decimonónicos de la capital cubana, pero lejos de tender hacia la ciudad grandiosa, la familia se internó en lo profundo de la Nueva Filipina, como entonces llamaban a la región más occidental de Cuba. Al morir, en 1866, pobre y casi solitario, fueron sus restos a descansar a San Antonio de los Baños.

 

En letra impresa

El utilísimo Diccionario de Figuras Pinareñas, nos regala en su ficha #230 el siguiente impresionante inventario profesional de Tranquilino Sandalio de Noda: Agrimensor, Taquígrafo, Matemático, Pedagogo, Naturalista, Filósofo, Publicista, Crítico, Poeta, Historiador, Economista, Orador y Político, a cuyas ocupaciones suma el título de "Padre de la topografía occidental cubana". Cada una de ellas es una vertiente tentadora para la investigación.

Caso de estudio tendría que ser, para aquellos de entre nosotros que se interesan por develar los misterios del intelecto, tanta erudición en materias disímiles, en un hombre cuya vida se desarrolló en su mayor parte lejos de los centros culturales -aunque dicen tenía la más completa biblioteca del país-, y cuya existencia fue de una duración común.

Más interesante aun resulta el hecho al parecer probado de su precocidad, pues el Diccionario Biográfico Cubano de Francisco Calcagno nos lo descubre en 1821, a los 13 o tal vez 14 años de edad, como autor del plano de la finca La Isabela, adquirida por su padre en Consolación, y de la traducción de un testamento en inglés que, según el autor de la citada obra de consulta, se encontraba en el archivo de San Cristóbal.

Aun con tales antecedentes, nunca deja de sorprender la acogida que en 1828 logró la memoria sobre el cultivo del café que Noda presentó al concurso convocado ese año por la Sociedad Económica de Amigos del País, que no sólo le premió, sino que le abrió sus exigentes puertas como Socio de Mérito.

El dictamen de la Junta Preparatoria del certamen de la Sociedad, al referirse al trabajo del joven entonces residente en Santa Cruz de los Pinos, expresa: "Su autor está en efecto muy versado en el conocimiento de esta clase de fincas; es un observador juicioso y entendido: rico de observaciones y con una esperiencia provechosa ha examinado y discutido la cuestión bajo todos los aspectos que naturalmente presentaba..."

Al año siguiente, 1829, Noda es nuevamente galardonado en el concurso de la Sociedad y aunque no accede a los primeros premios, sus dos trabajos reciben el accessit con una medalla de honor; uno respondía a la propuesta de estudio sobre el café y la otra acerca del mejoramiento de los caminos.

Tales fueron las primeras apariciones de Tranquilino Sandalio de Noda en una publicación periódica. Luego, en el transcurso de toda su vida, se acercaría a la prensa en oficio de informador, en uno de los más reveladores antecedentes de la profesión periodística en Cuba. El Diccionario de Figuras Pinareñas, al reconocerle como "Publicista", pretendió tal vez incluir su probada ocupación reporteril, por la cual es casi seguro que jamás recibió salario ni estipendio.  

 

El corresponsal

De acuerdo con algunas fuentes consultadas, incluido el mencionado Diccionario de Figuras Pinareñas, Noda colaboró en un número de publicaciónes relativamente amplio para su época, durante la cual aparentemente coincide con el inicio del auge del interés por la prensa  en la sociedad cubana y del reconocimiento de su utilidad como medio divulgativo, de influencia política y de publicidad comercial.

Pocas veces usaba nuestro biografiado su nombre completo como crédito de sus colaboraciones periodísticas. Era época de florecimiento del seudónimo, aunque en el caso de Tranquilino Sandalio de Noda esta tendencia puede atribuirse a su modestia y jamás a ocultamiento de su identidad, como tendremos ocasión de comentar en las páginas siguientes. En diferentes medios se acreditó escuetamente como "El Corresponsal del Diario" o "El Corresponsal del Diario en Pinar del Río", Sandalio, T. S. de Noda, T. S. de N., N., S., "Dajalma", "Noda-Dajalma", "El Guajiro" y "Aristo", este último empleado especialmente para firmar sus conocidas "Cartas a Silvia" en 1840 y sus creaciones poéticas hacia finales de esa misma década.

Siguiendo una pauta aproximadamente cronológica, hallamos sus escritos ya mencionados en las Memorias de la Sociedad Económica de Amigos del País; luego veremos una extendida relación, importante para futuros estudios sobre el devenir del periodismo cubano en el siglo XIX, con el Diario de La Habana, y posteriormente con el Faro Industrial de La Habana, periódico que se publicó en la capital del país entre 1841 y 1851.

En la categoría de diarios, también deben incluirse en la relación de medios en los que publicó Tranquilino Sandalio de Noda a El Siglo, que en 1867 dio a la luz la hasta hoy mejor documentada semblanza biográfica sobre el sabio pinareño, la misma que Francisco Calcagno publicó casi una década más tarde en seis páginas de su Diccionario. Para revistas, tenemos sus amenas colaboraciones para El Artista, Anales de la Junta de Fomento, Revista de Jurisprudencia, Revista de La Habana, El Liceo de La Habana, y la titulada solamente La Habana. Otra publicación mencionada entre las que contaron con aportes informativos, científico técnicos o literarios de Noda es El Labrador, de su amigo y antiguo maestro José María Dau, pero de esta aun no hallamos referencias siquiera en el Catálogo de publicaciones periódicas cubanas de los siglos XVIII y XIX, básica obra de consulta acerca de esta materia, editada por la Biblioteca Nacional José Martí.

Aunque el tema de la presente ponencia no puede ser agotado en un primer intento, para el cual el tiempo de investigación no ha resultado obviamente suficiente, ha sido posible establecer al menos una caracterización de primera mano de los escritos de Noda aparecidos en publicaciones periódicas cubanas. En los inicios, tenemos reportes científico-técnicos de propia creación, en cuya clasificación caen los ya mencionados de las memorias de la Sociedad Económica de Amigos del País, además de los dedicados a los peces ciegos en la sección científica en la revista El Liceo de La Habana (1858), y su trabajo sobre Economía política aplicada a la Isla de Cuba, aparecido en La Habana en 1859 y del cual lamentaba Francisco Calcagno su inconclusión.

Pueden leerse, de autoría reconocida a Noda, trabajos de divulgación científica y/o cultural procesados a partir de fuentes ajenas, como algunos ya catalogados en la Biblioteca Nacional José Martí, aparecidos en la revista El Artista, dedicados a las piedras preciosas y el magnetismo animal, u otros que tratan acerca de temas del lenguaje, de todos los cuales es obligado decir que siempre ofrecerán datos útiles para quienes pretendan historiar el devenir de los conocimientos científicos en la nación, tal es su precisa documentación.

De los dedicados a aspectos culturales, hallamos en Revista de La Habana uno titulado "Antiguedades góticas" y otro, en El Artista, que muestra un interesante perfil etnográfico, pues transcribe décimas aparentemente tomadas de la tradición popular. Se titula "Cantares de una guajira" y apareció en las páginas de la mencionada publicación el

22 de octubre de 1848. Escrito bajo la firma de Aristo, más que las mismas décimas que transcribe destaca sobre todo la valoración que ofrece de tales expresiones de cultura autóctona y su fidelidad a la tierra:

"Escucha, Laura querida, los acentos de nuestra común patria, los ecos de aquellos cantares que oimos en la niñez, y que recuerdan siempre las costumbres de la Vuelta-abajo. Rústica y desaliñada poesía, pero retrato fiel de los afectos del alma…".

 

            "Sobre las piedras preciosas"

 por Sandalio

            A la cabeza del título: "A Laura"

                El Artista,1848, T. 1, p. 141

¿Quíen fue esta persistente Laura? ¿Una invención para atraer la atención del público femenino, a quien seguramente se consideraba siempre cándido y deseoso de temas ligeros y romántico? En su primera colaboración para El Artista, Noda publica un poema dedicado a esa misma mujer; ella forma parte de los trabajos que clasificaremos entre las colaboraciones literarias. Cabe la duda, al leer tales versos, si será característico de alguien a quien algunos suponen ensimismado filósofo, pensador a tiempo completo, la sensualidad nada ingenua de las estrofas publicadas en septiembre 1848:

 

            "Y sobre todo el pecho

            (Escucha, linda Laura)

            Dechado de primores

            Y de ternura tanta,

           

            "Que dicen que amor mismo

            Formándole esclamaba

            Que más perfecto seno

            No es dable se formara"

 

Siete años antes, en la edición de Diario de La Habana del 10 de enero de 1841, un artículo sobre Educación menciona elogiosamente el instituto de la joven Da. Laura Gallardo. Lo firma "S", que es uno de los seudónimos reconocidos para Tranquilino Sandalio de Noda por el Diccionario de Figuras Pinareñas. Otra colaboración para el mismo periódico y basada en similar materia, apareció el 8 de mayo del mismo año bajo el título de "Instrucción pública". Lo firman L y S. ¿Laura y Sandalio? Nada de raro que el amor haya tocado el corazón de aquel en cuyos escritos se revela de rigurosa inteligencia, serena virilidad, pero también sensible. ¿Será tan cierto el Tranquilino ensimismado en sus meditaciones positivistas?

Sobre Doña Laura Gallardo Solano se publicó una elogiosa carta el 28 de septiembre de 1839 en Diario de La Habana. Los padres y tutores de las alumnas del colegio de la Trinidad, que dirigia la joven pedagoga en la calle Habana 154, agradecían de ese modo el buen desempeño del plantel en la educación de sus niñas. Dos días antes, el mismo periódico había hecho públicos los resultados de las 14 alumnas en los examenes de fin de curso.

El concepto en que tenía el sabio pinareño a la mujer puede ser examinado en otra de sus colaboraciones de prensa, esta estrictamente informativa, aparecida asimismo en El Artista el domingo 24 de diciembre de 1848. La tituló "Educación" y la firmó con su segundo nombre, Sandalio. Este trabajo es la crónica de su observación de unos examenes en la Escuela de Señoritas "Nuestra Sra. De los Dolores (a) La Unión". Allí reconoce el interés del programa de estudios ―que además de música y canto, doctrina cristiana y clases de labores, previsibles para el caso, incluye escritura, lectura, aritmética, ¡geografía!―, destacando la importancia de que la mujer sea preparada para conducir el hogar, tomar decisiones, educar a los hijos y no para ser una ignorante y tosca ama de casa. Después de elogios a la escuela y sus alumnas, dirá:

"Dejadme en tanto deplorar que á orillas del Cuyaguateje, del Sábalo o del San Diego, no se conozca cosa que a esto se asemeje… ni siquiera quien haga esfuerzos para que lo haya…".

 

La polemica

En ocasiones el Corresponsal tuvo que tomar la pluma para responder una referencia a escritos suyos anteriores o a su persona, y entrar así en la polémica. Como ejemplo de este tipo de trabajos de prensa vamos a referirnos al publicado por el Diario de La Habana el sábado 15 de febrero de 1840, en la sección de Comunicados. Lo tituló “Agrimensura legal” y en él Tranquilino hace acotaciones a un artículo sobre esta materia que días antes publicó en el mismo periódico el Sr. Idelfonso Vivanco.

Para aclarar lo que consideraba cierta dudosa aplicación de terminología, Noda se vale de datos históricos que se remontaban hasta el siglo XVII y cuando lo requiere se apoya en la autoridad de un texto reconocido, como cuando se refiere al Diccionario de la Academia Española y cita: "La voz realengo es un adjetivo que se aplica á los terrenos pertenecientes al Estado". En otra parte acota, convencido:

"…Para espresar un concepto con exactitud hay tal vez que resumir las lecturas de diez años y los acaecimientos de tres siglos, mientras que para combatirlo bastaría sólo leerlo y ponerse a escribir".

Dado que Vivanco no se encuentra en La Habana, en la edición del 20 de febrero entra en la polémica el licenciado Antonio Bachiller y Morales para responder a Noda. Más que los términos específicos de la materia en debate, que indudablemente serán de interés en cuanto a estudios de la agrimensura en Cuba, sobresale la admiración que expresa el culto contendiente por el corresponsal pinareño:

"V. amigo nuestro, que así debemos calificarle, que batalla en nuestras filas, no hace más que valerse de distintos medios: medios que revela la aplicación y constancia que le caracteriza…". Noda no se atreve -dice Bachiller- "á usar un estilo dogmático de que está muy distante su modestia". Y luego se despide: "apasionado afectísimo servidor Q. S. M. B". 

Tiempos fundacionales eran aquellos para la prensa, en que los mismos géneros estaban por definir y en que muchas veces las ansias de notoriedad y el pobre dominio del idioma ocupaban las mismas páginas que los más notables talentos de la villa. Menudeaban los debates y es casi seguro que más de uno al año acabara en duelo entre los acalorados habaneros de aquel convulso XIX.

Respondiendo el 26 de febrero de 1840 a un articulista que se firmaba "P.P.C.", T. S. de Noda comenta: "Esa polémica intrincada que alguno esperaba, es cosa muy habanera. Yo no había ni siquiera imaginado que los pacíficos geómetras disputaran un día sobre su ciencia, que, a Dios gracias, no está sugeta a opiniones ni doctrinas; pero tanto puede nuestro polémico-manía. A la verdad no es cosa nueva pues ahora tres año hubo una de estas guerras gaceteras sobre álgebra".

De los afanes que en aquel siglo llevaban a muchos a invadir con sus renglones las páginas de los diarios nos da cuenta en un delicioso artículo Rafael María de Mendive, maestro de José Martí y fundador de una de las publicaciones en las que colaboró Noda, Revista de La Habana. De esta procede el artículo mencionado, que titula en 1856 "¡Progresamos!" y acomete con afilada y juguetona ironía contra noveles literatos que "apenas peinan bozo" y trataban con el mayor aplomo cuestiones, principios y doctrinas que antes llevaban años de estudio:

"En esas publicaciones de antaño se insertaban Memorias como las que escribió (José Antonio) Saco sobre la Vagancia, Caminos, Ec… y que, comparadas con otras de su género, no valen dos cominos; pero hoy ya es otra cosa: hoy se solaza el escritor y el público se recrea con artículos como el que lleva por título La niña jugadora, que en su especie es una obra maestra por la (sic) que tiene de edificante…" 

Cuando se abren las páginas de aquellos viejos periódicos habaneros ―probablemente similares en ello a los de otras partes―, quien rastrea el dato útil ha de bracerar horas entre repetitivos anuncios comerciales y afrontar la lectura de decepcionantes diatribas en infinidad de artículos en los que un redactor ataca a otro, no siempre con motivos, a veces sin argumentos y casi nunca con respeto. Le ridiculiza, le tiende trampas para desacreditarle en público, y todo bajo el manto de nombres supuestos (sorprendente anticipo de las actuales redes sociales), que dejan la inquietante interrogante sobre quiénes podrían ser en algunas de aquellas ocasiones los notables de la sociedad, los cargos públicos y títulos nobiliarios que escondían a la par bajeza y escasa técnica de redacción. No por entretenimiento anota Mendive en su citada pieza:

"…El seudónimo triunfa por todas partes, escondiendo bajo su oscuro manto a la rapacidad a veces, a veces a la nulidad, y aun acaso a la calumnia: de todo se escribe; de todo se charla: las cuestiones más arduas se deciden en dos plumadas: no hay escolares, todos son maestros…" 

En Noda el seudónimo es modestia. Contamos al menos con un ejemplo de que no rehuye su identidad en ningún caso, menos cuando la materia expuesta puede resultar de sensible interpretación. En Diario de La Habana, del 24 de junio de 1843, el colaborador pinareño responde las críticas de un ciudadano que se firma "Guanero" y, aunque podría ser una excepción, el artículo sale calzado con doble identificación: "Del Corresponsal en Pinar del Río", al comienzo del escrito, y las iniciales T.S.N al final.

Noda critica una alusión a su persona  en el citado artículo, diciendo que tal "modo de espresarse con tan absoluta generalidad sin descender a pormenores, sin dar razones de especie alguna, debiera hacer que guardásemos silencio; pero como debemos al periódico de que somos corresponsales la satisfacción de nuestra veracidad, y al público la de nuestra rectitud, nos será permitido por única vez, sin molestar más sobre acaloradas pasiones ni agitados intereses, preguntar al Sr. Guanero, en qué consisten los absurdos que nos acusa".

Nótese, de antemano, cómo asume de manera explícita su condición de corresponsal y, con ella, la responsabilidad que tal entraña hacia el medio y hacia el público lector. Es decir, que probablemente tengamos aquí que Noda sea de los primeros que en el país haya asumido la función informativa más allá de usar el periódico como vehículo de expresión de sus intereses literarios o de otros tipos. De los primeros en poder ser considerados periodistas, más aun, reportero al modo más actual del término, pues intensos reportajes son, y no pálidos artículos de costumbres, muchos de los trabajos que remite desde lo profundo de su silvestre provincia.

Probablemente uno de los aspectos investigativos que deban cumplirse respecto a esta figura de nuestra historia será trazar un perfil de la personalidad de Noda que explique sus en apariencia excepcionales dotes intelectuales. En este artículo que citamos, por ejemplo, el Corresponsal hace al Guanero una docena de preguntas ―numeradas, como corresponde a la metódica tendencia de su tiempo― que reclaman de su voluntario oponente respuestas concretas y medibles sobre distancias entre el pueblo y las vegas, habitantes de la localidad, distancia entre las poblaciones y la capital y de aquellas a la cabecera de partido, entre otras de igual carácter estadístico y naturalmente elementales para pronunciar un criterio responsable.

Después de instar al Guanero a precisar los "males infinitos" que según él recibirían los 2,800 habitantes del extremo más occidental de Cuba, incluído en Cabo de San Antonio, si la parroquia ―motivo del debate― se estableciera en Paso Real, y concluye con una afirmación que reitera su carácter:

"Así discutimos nosotros: al grano y solo al grano, ó si se quiere ad rem. Nada de divagaciones, nada á las personas, nada de calificaciones, en bien ó en mal: referir, presentar datos, analizar, comparar y deducir. Tal nuestro sistema". Pura ciencia. 

Tres meses antes, en la edición del 25 de marzo de esta misma publicación, tuvo Noda que hacer aclaraciones públicas a un insistente "Sr. L." del Noticioso y Lucero, y se vale de una ingeniosa expresión de su invención, "lapso de pluma", para  indicarle errores más que evidentes en un despacho.

Respecto a la objetividad periodística de Noda hallamos otra muestra en Diario de La Habana, del domingo 16 de abril de 1843, segunda página. Respondiendo al mismo Sr. L., dirá:

"Al grano, y en breve, pues no es justo que yo ocupe al público con una cuestión que no le interesa".

Se refiere a una rebuscada cuestión traída a la palestra pública por su contendiente periodístico, respecto a la representatividad de los personajes oficiales que asistieron a la apertura del almacén de Hernán Cortez, a orillas del Caiguanabo. Al reiterar su opinión respecto a quien tenía derecho a presidir el extraordinario acontecimiento, opta simplemente por remitirse a las normas oficiales aplicables al caso:

"Toda reunión de cualquier especie, que suceda en cualquier partido, ha de efectuarse con consentimiento y permiso previo del juez pedaneo, quien deberá concurrir como responsable de la tranquilidad y el orden (a), y seguramente que en este caso habrá de presidirla, pues es la autoridad local".

En la nota al pie correspondiente a esa (a), indica que su afirmación procede del artículo 21 de la “Instrucción de pedáneos”.

Lo mismo hace en otros puntos que en el mismo despacho citado aclara. No necesita "atribuir" ni "suponer", sino "ir al grano": dice "lo que fue y como fue". Incluso cuando usa una expresión genérica como "autoridades locales", refiriéndose de manera específica a los capitanes de partido y sus subalternos, sale al paso al intento de crítica de su adversario demostrando una intencionada selección de la fuente:

"…Así le llama (d) el Escmo. Sr. Capitán general, hablando de partidos del campo, como lo son S. Diego y Consolación"

y esa (d) refiere al pie al "artículo 72 del Bando" de la Capitanía General. 

Durante la búsqueda de nuevos materiales periodísticos de la autoría de Tranquilino Sandalio de Noda, hallamos en la sección “Comunicados” del Diario de La Habana, el lunes 24 de abril de 1843, el artículo titulado “Vegueros y Hacendados”, bajo la indicación de procedencia: Vueltabajo. El texto está firmado por "Un Vueltabajero", seudónimo que no aparece reportado hasta ahora entre los que usaba Noda, pero el estilo carente de alusiones personales y la argumentación basada en datos concretos, aparte de un dominio sumamente detallado de las características de la región pinareña, inclinan ampliamente la identificación del autor hacia T. S. Noda:

"Cuando se me presenta un hecho, referido no como yo lo creía, confieso que no sé decidirme hasta no conocer los datos ni doy paso á proposición que no se demuestre, pero demostrada la adopto al punto aunque derribe una tradición de un siglo ocupandome solamente de las ideas mismas y no de quien las emita, ni del lugar en que las publique".

Referencia tan transparente ataca en directo y ridiculiza ―aunque ya hemos visto que Noda está lejos de pretender una u otra cosa― a la abundancia de enfrentamientos verbales innecesarios y que tal parece que lo único que pretenden es impresionar a los lectores incultos y alentar sus pasiones con el fin de ganar más suscriptores: puro mercado. Entonces, desligado de enfoques y estilos discursivos que considera erróneos, el autor de la nota que suponemos no sea otro que Noda, pasa a exponer su propio arsenal de razonamientos:

"La Vueltabajo en materia de vegas comienza á veinte leguas de la Habana en el río de S. Juan de Contreras. Población actual 50,000 habitantes. En 1827 no llegaba a 25,000. En 1815 no llegaba a 10,000. Ahora ochenta años no llegaba a 2,000".

Luego se refiere río por río a las vegas que había antes y las que había entonces en cada cuenca o sobre su curso: "En el Sitio de Herrera y río San Francisco no había una sola (vega) ahora 20 años".

 

Reportaje en Dayaniguas

Verdadero reporterismo ejerce Tranquilino Sandalio de Noda cuando escribe para el Diario de La Habana el relato de la primera entrada de un vapor al río Caiguanabo, en el límite de los partidos de San Diego y Consolación.

Tomando en cuenta el estado de las comunicaciones en la primera mitad del siglo XIX, especialmente en la aun aislada región de Nueva Filipina, y la escasa atención a la inmediatez en aquel periodismo que atendía más a anuncios y edictos de gobierno, vale mencionar que la noticia con su abundancia de detalles fue de conocimiento de los lectores de la capital en un lapso de tiempo mucho más breve que el que necesitan algunas de nuestras revistas actuales para cumplir la misma función.

Ocurrió el 4 de marzo de 1843 la feliz apertura de la línea de navegación, que permitiría a los vacacionistas habaneros hacer en la mitad de tiempo y con menos gastos el viaje a los famosos baños de San Diego. Los suscriptores del Diario de La Habana lo supieron el 16 y al parecer Noda logró aventajar ―dando el primer "palo periodístico" de la historia cubana― al Noticioso y Lucero, pues la publicación competidora estaba reclamando ese mismo día "más detalles" sobre la entrada en funciones del vapor, seguramente anunciada por el corresponsal pinareño días antes, aunque este extremo no lo hemos constatado.

Además de la fecha del acontecimiento y la de la publicación, el despacho se publica con el encabezamiento en negritas "Habana 14 de marzo", que bien podría ser la fecha de la entrega al diario de la información. Sigue la identificación de procedencia (Vueltabajo), del redactor (Del Corresponsal de Pinar del Río), y los subtítulos:

Primera entrada del Sirena en el río Caiguanabo.-- Principio de una población con el nombre de Hernán Cortez-- Nueva carrera de la Habana á los baños de S. Diego.

En la redacción de este reportaje, Noda utiliza un recurso que tres años antes había empleado en sus "Cartas a Silvia": la división del texto en partes numeradas, esta vez en romanos, mostrando en este rasgo cuantificante, una mentalidad analítica estricta y una exposición ordenada atenida a la lógica positivista:  

I-                   Descripción del sitio

II-                Entrada del vapor.

III-             La concurrencia.

IV-             El nombre.

V-                El banquete.

VI-             El río.

VII-          Costos del viaje á S. Diego.

VIII-       Itinerario.

IX-             Aclaración sobre el nombre de S. Diego.

X-                Rasgo noble.

Noda relata la llegada del vapor a las inmediaciones de la playa de Dayaniguas, al sur de Pinar del Río, su entrada a través de la barra del río, que previamente había sido dragada, y el ascenso río arriba hasta los nuevos almacenes, cuyo edificio de cincuenta varas de largo había sido escogido para depósito y paradero de los vapores del Sur.

"Muchos creyeron imposible que el Sirena pudiese entrar a tal punto", dice, y luego: "La navegación del río de Caiguanabo por buques de seis pies de calado, desde la barra hasta Hernán Cortez es ya cosa hecha". El Sirena era un buque de vapor a ruedas, de 222 toneladas, 140 pies de eslora y por ello es difícil que pueda girar salvo en el llamado Torno de la Ceiba, a pesar de que el río tiene un cauce límpio y profundo, pero muy estrecho. Más adelante, el río seguía despejado y con bastante hondura, pero no había sitio para retroceder.

El Sirena, mandado por el capitán Don Manuel Paz, llegó a la barra a las 12 del día y venciendola con alguna dificultad, siguió por el río con su velocidad ordinaria  hasta el Torno de la Seiba, que es la mitad de la distancia que debe subir. Siguió más lento y a las tres descubrió el almacén. Aún no hay muelle en este puerto. Además de carruajes y caballos, estaban allí la goleta Elisa, el pontón Evidencia, la falúa Bailén, que flota tan nutrida probablemente no hubo estado antes en tan intrincado río de la Isla. "Acabábase de abrir un camino, recto desde los nuevos almacenes vuelta de los baños; camino tal que en toda la isla no hay otro de igual largo tan recto y tan plano".

"…El 4 de Marzo de 1843 á las tres de la tarde comienza en la Vueltabajo un nuevo pueblo, una nueva línea de navegación y y una nueva carrera á los baños de San Diego", escribe Noda. El establecimiento fue nombrado Hernán Cortez y en la inauguración se dió la increíble circunstancia de ver reunidas a 600 personas donde aun hoy día la décima parte de esa cantidad se vería como una multitud en aquellas soledades. Hubo ceremonia religiosa, banquete de 144 cubiertos, comida y bebida gratis para todos los asistentes, regalos a los esclavos, baile…

La continuación del reportaje de Noda apareció el 17 de marzo e incluía del séptimo al décimo punto de su enumeración transcrita arriba. En esta parte, el colorido y proligidad de las descripciones ceden espacio a la precisión de datos que en aquella época eran necesarios para los viajeros. Ofrece, por ejemplo, la pormenorizada enumeración de gastos de viaje, desde el tren en que se viajaba desde la capital a la estación de San Felipe (el ramal desde este punto a Batabanó sólo entraría en servicio a finales de año), la alimentación, alojamiento y el costoso alquiler de una volanta desde el punto de desembarque a los baños de San Diego, que costaba 25 pesos, la mitad del total de gastos para viajeros en popa. En proa y usando un caballo en lugar de carruage para ir a los baños, era mucho más barato.

El rasgo noble que se relata en el acápite final del relato se refiere a la generosidad de los dueños de tierras colindantes de donar terrenos para las obras: nobleza y buen cálculo, que no parecen opuestos en el caso. La descripción del itinerario que ofrece este singular periodista podría servir hoy día para respaldar un estudio de tal navegación, como parte de la historia de los baños de San Diego, del río y de la provincia. Como apoyo a este propósito, se podría contar además con un Mapa del hato de Dayaniguas que el propio Noda realizó en 1845. Sorpresa de hoy es la anotación del redactor respecto a que "el verdadero San Diego es lo que en La Habana llaman impropiamente Paso-Real". Sólido periodismo es ese cuyos párrafos valen como historia aun al paso de los siglos.

 

Conclusiones

La presente ponencia es apenas un preámbulo al estudio que requiere la obra toda de Tranquilino Sandalio de Noda. Rescatar la totalidad de la que apareció en las publicaciones periódicas de su época es un paso factible, pero que debe darse con agilidad y eficacia para evitar que las ya deterioradas fuentes documentales acaben de ser sacadas del acceso público.

Noda, en un estudio más profundo, probablemente pueda ser catalogado con justicia como uno de los padres del reporterismo cubano, con textos cuya validez nunca es inferior a lo que hasta hoy se ha caracterizado como clásicos de los géneros de información.

Una indagación especial sería recomendable, más aún el rescate total y la publicación para disfrute de las actuales generaciones de lectores de las frecuentemente citadas "Cartas a Silvia", publicadas por Noda en Diario de La Habana entre 1840 y 1841.

Muchas gracias. © Ismael León Almeida. La Coronela, 15 de febrero de 2004.

 

 

 

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