Tuesday, January 7, 2020



6- El turismo de pesca en Cuba I. Antecedentes históricos
2017. 22 páginas. Formato A-4. PDF 1.89 MB.

Con sus antecedentes anclados en el siglo XIX y un desarrollo incipiente, pero nítido, durante la primera mitad del XX, después de 1959 los productos y servicios dedicados en Cuba al turismo de pesca tuvieron en un principio una muy breve continuidad, además de algunos intentos de reproducirlos en la oferta del turismo nacional, que puso en servicio algunas embarcaciones para este fin en la capital y en el balneario de Varadero, y  llevó a cabo la apertura de una veintena de Centros de Pesca, que rápidamente quedaron como hospedajes playeros y centros recreativos sin especialización. Sólo en 1978 y 1979 sucederá un resurgir de esta modalidad, pero su lento ritmo de actualización únicamente alcanzó una presencia notable en el turismo cubano a partir de 1994, con la reorganización del sector.
En El turismo de pesca en Cuba. Antecedentes históricos (2017), CUBANOS DE PESCA se acerca por primera vez a un intento de sistematización de un objeto de conocimiento apenas esbozado en el país, cualesquiera sean los estudios considerados. De lo que podríamos considerar las nociones más tempranas de la práctica de esta oferta, queda fuera de duda la referencia del visitante norteamericano Samuel Hazard (1834-1876), quien revela en su libro Cuba a pluma y lápiz que los boteros establecidos en La Punta, en el puerto habanero, proporcionaban a los viajeros los medios para gozar del deporte pesquero.
Los verdaderos inicios de la oferta comercial de pesquerías para aficionados extranjeros y también locales se fechan durante la década del treinta, cuando el turismo emerge como sector de cierto interés en la economía nacional y paquetes de bajo costo para cazadores y pescadores fueron parte de las tempranas estrategias. No obstante, por muchos años fue queja en los medios la falta de acción oficial y de interés de inversionistas privados en una potencialidad de los recursos naturales de la nación, ampliamente aprovechados en otros territorios. 
La introducción, en 1928, de la lobina negra boquigrande (Micropterus salmoides), luego llamada trucha por los aficionados del país, representó un paso destinado a dotar las aguas interiores del archipiélago de una especie de valor turístico cuya pesca se llevaba a cabo inicialmente por la técnica del baitcasting, con líneas finas y señuelos artificiales. Ofertas aprovechadas por visitantes, a partir de una inteligente promoción, fueron organizadas por guías cubanos en la Laguna del Tesoro, Baracaldo y la Laguna de Arigüanabo.  Para la pesca del sábalo hubo una oferta regular en Batabanó y la bahía habanera, y asimismo en los ríos Hatiguanico y Carraguao (Los Palacios); el macabí fue pescado en aguas de la Isla de Pinos, en una bien organizada oferta.
En junio de 1946, la revista norteamericana de yatismo, The Rudder, daba a conocer que estaba en construcción en la bahía de La Habana un espigón y una serie de locales para ofrecer las mayores facilidades y el confort necesarios a los yatistas visitantes. La sede del Club Náutico Internacional de La Habana (CNIH) sería desde su misma apertura la primera marina internacional que entró en servicios en Cuba. A pesar de que su nombre y sus funciones más conocidas identificaban al CNIH como uno más de los aristocráticos clubes habaneros, en realidad resultó diferente: a diferencia de tales exclusivas instituciones, no era necesaria la membresía para acceder a su área. Grandes torneos de pesca de agujas y regatas de velas mayores y menores, remos y motonáutica, tuvieron su sede en este club hasta su nacionalización, en 1960.
Hoy día, numerosos enclaves de pesca cubanos son famosísimos en el mundo, pero en esa parte de la historia esperamos adentrarnos en la segunda parte de El turismo de pesca en Cuba. Antecedentes históricos.

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